Vieques: ser, estar, quedarse

 
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Vieques es una isla de Puerto Rico localizada al este del archipiélago de islas que compone a este país antillano. Junto a la isla de Culebra y la zona este de Puerto Rico, fue utilizada como base militar y área de tiro y práctica por parte de la marina de guerra de los Estados Unidos. Las cicatrices de la militarización y sus efectos en el desarrollo de la isla son catastróficos. 

Los más de 60 años de ocupación militar han permeado en la estética de la isla, que permanece, luego de la salida de la marina en 2003, en el olvido por parte del gobierno central. La ausencia de un hospital digno y otros servicios básicos, así como de empleos, han llevado a miles de viequenses a emigrar, por razones económicas, educativas o de salud. Las viviendas y estructuras vacías contrastan con la opulencia y el lujo que desplazadores intentan imponer a los locales. Ante ello se impone la naturaleza, furiosa y opulenta, como testigo de esos tránsitos.

Este ensayo fotográfico intenta ofrecer una mirada a algunos espacios que aún amalgaman memorias entre sus paredes, mientras sus espacios han sido abandonados. Entre esas estructuras, viviendas y en los antiguos hospitales, hubo vida, seres, historias. Algunas están, muchas quedaron. La naturaleza se hace presente en y entre todo, resistiendo.


 

Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

-Alejandra Pizarnik, "La palabra que sana"

 
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Transición, pared. Estado de permanencia. Umbral de la nada.

 
 
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Los restos del viejo tren de carga que funcionaba en la isla quedaron en el olvido. Hoy yace cesante como casi toda movilidad a su alrededor.

 
 
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La espera toma otros matices entre la mudez de la quietud.

 

Estructuras que cuentan el pasado, en este caso el militar. Pocas certezas entre ruinas recurrentes.

 

Ver a través, mirar, atravesar. Las ventanas. Luz, aire, ruido y la posibilidad de escapar.

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Rutina, objeto, sobrante acaso. Paciencia de colores en desidia que aparenta, un sol que destiñe todo tipo de piel.

 
 
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Sobre todo, flores. Milagro de color. Una corona de encanto entre lo que le niega.

 
 

Como la roca, esperar. Permanecer. Ser, estar, quedarse.

 
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Pasillos de gritos, llantos, dolor, suspiros; de vida que fue. Remanentes de un primer hospital en la isla. 

 
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Augusto, mayestático, señorial, solemne, sublime, esplendoroso, magnífico, grandioso, regio. Todo en ti.

 
 
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 Expectativa: futuro. En vez; aplazamiento, prórroga, dilación, demora.

 
 

Todo lo cubre el manto de lo que se reclama cuando en sí mismo se reivindica el ser.

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El tiempo, testigo del silencio, mudo cómplice de la desidia. Crimen, desdén, olvido, soledad.

 
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 Solo la mar conoce en sus adentros las respuestas que como círculo, han rodado por la arena de estos pedazos, tierra.

 
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El tránsito de la negación, incredulidad, afirmación; ciclo vicioso de esperar. Retrocede un reloj que supone y concibe en su demora atisbos de velocidad. 

 

Diana Ramos-Gutiérrez is a culture and human rights advocate based in Vieques, Puerto Rico. As a cultural journalist, social media specialist, photographer and arts administrator, Ramos-Gutiérrez collaborates with independent media in Latin America and Radio Vieques, a community radio station. She is also part of the advisory board of the Vieques Historical Archive, a community-based organization that builds participation around historical materials and Viequense cultural heritage. There, she develops educational programs. She is also director of the Vieques Film and Human Rights Festival. 

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